Querida mamá

Hoy me siento impulsado/a a escribirte esta carta, llevando en mi corazón un cúmulo de emociones que necesito liberar. A lo largo de nuestra relación, hemos compartido momentos de alegría y de dolor, y cada uno de estos momentos ha dejado su huella en mí.

Es fácil cargar con el resentimiento y el enojo, y dejar que esos sentimientos oscurezcan nuestras vidas. Pero hoy, elijo un camino diferente: elijo el camino del perdón.

Perdonarte no significa olvidar lo que ha sucedido ni justificar los errores que se han cometido. Significa reconocer que ambos somos seres humanos falibles, que hemos errado y que podemos aprender de esos errores. El resentimiento sólo me mantiene encadenado/a a un pasado que no puedo cambiar, y es tiempo de liberarnos ambos de ese peso.

Te perdono por las veces que me has herido, por los momentos en que no has sido la madre que necesitaba. Y espero que tú también puedas perdonarme por las veces que he fallado como hijo/a, por no haber estado a la altura de tus expectativas en ciertos momentos.

Este acto de perdón no implica que todo volverá a ser como antes, ni que nuestra relación será perfecta a partir de ahora. Pero sí significa que estoy dispuesto/a a dejar atrás el pasado para que podamos avanzar, cada uno en su propio camino de crecimiento y sanación.

Escribir esta carta ha sido para mí un acto liberador, y espero que al leerla sientas una sensación de paz y cierre. No sé lo que el futuro nos depara, pero te deseo toda la felicidad y paz del mundo en tu camino hacia adelante.

Gracias por las lecciones, las risas y hasta por las lágrimas. Todo ello me ha formado en la persona que soy hoy, y por eso, estoy agradecido/a.

Con amor y paz,