Amado Dios,
Hoy me acerco a Ti con un corazón cargado de ira. Siento cómo esta emoción me consume y me aleja de la paz que Tú deseas para mí. No quiero seguir reaccionando de esta manera, dañando a quienes me rodean y a mí mismo(a).
Te pido, Señor, que me ayudes a encontrar calma en medio de la tormenta. Enséñame a respirar profundo antes de hablar, a pensar antes de actuar, y a recordar que la ira no resuelve nada, solo hiere.
Transforma mi corazón, Dios mío. Llénalo de paciencia, comprensión y amor. Dame la sabiduría para manejar mis emociones y la fuerza para no dejarme dominar por ellas.
Confío en que con Tu ayuda podré superar esto. Gracias por escucharme y por nunca soltar mi mano.