Ayúdame a rendir mi voluntad a la tuya.

Hoy me dirijo a ti con humildad y sinceridad, reconociendo que muchas veces he luchado por mantener el control de mi vida en mis propias manos. Me he aferrado a mi voluntad y he ignorado la tuya, creyendo que sé lo que es mejor para mí.

Pero en mi corazón sé que solo tú tienes el plan perfecto para mí. Ayúdame a rendir mi voluntad a la tuya, a confiar en tu guía y sabiduría en cada paso que doy. Enséñame a reconocer tu voz y a seguir tus designios con humildad y confianza.

Sé que en tu amor y misericordia encontraré la paz y la felicidad verdaderas. Guíame, Señor, por el camino que Tú has trazado para mí y ayúdame a aceptar tu voluntad por encima de la mía. Amén.

¡Gracias por tu infinito amor y perdón!

Con cariño y devoción,