Dios, Jesús, mi Señor y Salvador – LO SIENTO.

Dios mío,

Tú conoces mi corazón como nadie más. Sabes los rincones oscuros con los que lucho cada día. Nada está oculto ante Ti… ni mi dolor, ni mi batalla, ni mi culpa.

Y me pregunto, Señor: ¿por qué sigo cayendo en esos lugares? Sé que no es ahí donde quiero que esté mi corazón. Sé que me alejan de Ti, y sin embargo, vuelvo a tropezar. Me duele reconocerlo, porque yo sé lo que estoy haciendo. Sé que es pecado, sé que es egoísmo… y eso me asusta. Me duele fallarte, Señor.

He experimentado Tu amor, Tu gracia, Tu misericordia y Tu perdón… tantas veces. Entonces, ¿por qué me alejo? ¿Por qué actúo como si no conociera Tu bondad?

El otro día, como sabes, los pensamientos de suicidio cruzaron mi mente. Me sentí tan desesperada, tan atrapada en mi dolor, que consideré rendirme por completo. Pero algo dentro de mí, quizás Tu Espíritu, me detuvo.

Y me pregunto… ¿puede alguien que Te ama tener pensamientos así? ¿Puede una hija Tuya sentirse tan rota?

Señor, mi mayor oración es que nunca me apartes de Tu gracia. Que me tomes de la mano, incluso cuando me sienta más indigna. Ayúdame a arrancar de raíz todo pecado voluntario en mi vida. No quiero vivir alejada de Ti. Quiero permanecer en Ti. Quiero ser transformada.

Lo siento, Señor. Desde lo más profundo de mi alma, lo siento por mi desobediencia, por mi debilidad, por todas las veces que no fui fiel.
No merezco el regalo de la vida eterna, pero aún así me aferro a Tu promesa de amor incondicional.

Solo quería decirte…
Te amo.
Te necesito.
Y te pido que no me sueltes.

Ayúdame, Señor, a caminar en Tu luz todos los días de mi vida.

Con amor,
Carissa